Metaverso: ¿Estamos verdaderamente ante la nueva revolución tecnológica?
Meta Platforms Inc., también conocida como Meta o la antigua Facebook, presentó recientemente sus últimos resultados trimestrales, lo que produjo una caída de más del 20% de su cotización bursátil. Este fenómeno llama especialmente la atención cuando analizamos en detalle qué ha producido este desplome en el gigante estadounidense: las importantes inversiones realizadas por la compañía de Mark Zuckerberg en lo que él considera el futuro de Internet y las interacciones humanas, el metaverso.
Con anterioridad, hemos escrito artículos sobre los riesgos y oportunidades que presenta el metaverso, las propuestas regulatorias que van presentando las distintas autoridades, así como las estrategias que están adoptando las compañías a la hora de proteger sus activos en esta fase incipiente de la tecnología en la que nos encontramos. En este sentido, nos gustaría hacer un inciso y puntualizar que, pese a que en la actualidad se habla de “metaverso” de manera individual, existen una pluralidad de propuestas de metaversos y, por consiguiente, distintas interpretaciones sobre los que este concepto significa.
Este artículo es una reflexión sobre el estado actual de esta tecnología, así como del porvenir de ésta. Por supuesto, no disponemos de una bola de cristal que nos permita adelantar los acontecimientos, pero sí que queremos expresar nuestra opinión sobre el rumbo que siguen los grandes actores que forman parte del presente y quieren ser la punta de lanza de esta tecnología en el futuro.
En estos momentos, los usuarios tienen acceso a una variedad de propuestas de metaversos como Decentraland, The Sandbox, Upland o Axie Infinity. Algunas de estas propuestas están más enfocadas en replicar el mundo real en el ciberespacio, con una clara apuesta por el mercado inmobiliario virtual, mientras que otras se centran en el ocio. Estas propuestas, a su vez, se ven complementadas por otras tecnologías como la realidad aumentada (AR), realidad virtual (VR), las redes 5G o la tecnología blockchain.
De este modo, en función de la propuesta y de las tecnologías en que se apoye cada una, tenemos distintas interpretaciones de lo que puede considerarse como “metaverso”. Por su parte, Meta está trabajando en la que parece será la propuesta más completa y ambiciosa de todas, ya que parece incluir las dos tecnologías que marcan la diferencia en cuanto a experiencia de usuario, la AR y la VR.
Como comentábamos al inicio de este artículo, los inversores y los mercados parecen tener dudas sobre la estrategia de la compañía de Mark Zuckerberg, quien se ha posicionado de manera clara en su apuesta por la creación de un metaverso, en la creencia de que el futuro de Internet pasa por esta tecnología. Se trata de una apuesta sin duda arriesgada, la cual requiere, además, de importantes inversiones de capital si lo que Meta busca es crear y capitanear la propuesta hegemónica de metaverso, como ya lo hace en la actualidad con las redes sociales Facebook.
Por lo tanto, los usuarios disponen de una variedad de metaversos con los que interactuar, con distintas propuestas, pero sin que ninguna de estas haya alcanzado aún una posición de liderazgo clara que haga prever que nos encontramos ante el caballo ganador. Conjuntamente, resulta conveniente que destaquemos que, pese a su popularidad, a los metaversos aún les quedan camino por recorrer para alcanzar los números de usuarios que manejan las principales redes sociales en la actualidad.
A la luz de la coyuntura actual, será interesante ver no sólo cómo evoluciona cada una de las propuestas actuales y aquellas que vayan surgiendo, sino también la manera de interactuar entre ellas. El sector de los videojuegos ha mostrado que el juego cruzado entre plataformas (cross-platform play) es una tendencia y habrá que ver si esto se extiende también a los metaversos. No obstante, esto puede que interfiera en la estrategia de las compañías que están detrás de estas propuestas en su búsqueda por posicionarse como la propuesta de metaverso líder del mercado, en especial si tenemos en cuenta los importantes desembolsos que implican el desarrollo de esta tecnología.
Asimismo, y como cierre a este artículo, no gustaría plantear al lector la siguiente cuestión: ¿Qué ocurriría en caso de que una de estas propuestas se posicionase en un futuro como la propuesta predominante y que alcanzase un nivel de aceptación y uso entre los usuarios similar al de las redes sociales en la actualidad? A nadie se le escapa que esto plantearía una serie importante de desafíos a nivel regulatorio y de protección de los datos de los usuarios.
Aún es pronto para dar respuesta a todas las incógnitas que el futuro de esta tecnología nos depara, pero estaremos atentos a su evolución para estar preparados.
Íñigo García López, Senior Legal Counsel, Legal Army