El uso de la inteligencia artificial en la industria del cine

La reciente controversia en Hollywood tiene como protagonista a The Brutalist, la nueva película dirigida por Brady Corbet, que ha reavivado el debate sobre los límites del uso de la inteligencia artificial en el cine. En esta producción, los actores Adrien Brody y Felicity Jones interpretan a una pareja de inmigrantes húngaros que viajan a Estados Unidos en busca del sueño americano.
Para mejorar la autenticidad de los diálogos en húngaro, el equipo de producción recurrió a Respeecher, un software de inteligencia artificial desarrollado por una empresa ucraniana. Según Corbet, el director, tanto las interpretaciones como los diálogos pertenecen a los actores, quienes trabajaron durante meses con un coach de dialecto para perfeccionar su acento. Sin embargo, dado que el húngaro es una lengua urálica con una fonética particularmente compleja, se decidió utilizar el software para ajustar la pronunciación. De acuerdo con los editores de la película, las modificaciones fueron mínimas, limitándose a corregir ciertas vocales y consonantes para lograr una pronunciación del idioma más precisa.
Además de mejorar la calidad interpretativa, esta tecnología supuso un ahorro significativo en tiempo y costes de producción. Ajustar manualmente cada línea de diálogo en la postproducción habría requerido un trabajo minucioso que encarecería el presupuesto de la película de forma considerable. Este precedente podría incentivar a otras producciones a adoptar herramientas de inteligencia artificial para optimizar recursos y reducir costes.
El uso de Respeecher en este contexto no es algo nuevo. En 2022, el mismo software fue empleado para recrear la voz de Darth Vader en la serie Obi-Wan Kenobi. No obstante, su creciente presencia en la industria cinematográfica ha generado un debate polarizado. Por un lado, algunos argumentan que estas herramientas agilizan el proceso creativo y facilitan la producción. Por otro, hay quienes consideran que su uso compromete la esencia artesanal del cine y podría desvalorizar el trabajo actoral y artístico.
La polémica en torno a The Brutalist subraya una cuestión clave: si bien la inteligencia artificial puede ser una aliada en la postproducción, es fundamental establecer límites claros para su uso. La regulación de esta tecnología sigue siendo un tema abierto y de creciente interés en la industria del entretenimiento.